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¿Qué pasa cuando te preocupas mucho por las cosas?
Es frecuente que los profesionales de la psicología atendamos a pacientes cuya vida cotidiana se ve gravemente afectada por diferentes preocupaciones. Estas causan lo que conocemos como ansiedad generalizada, con un alto grado de malestar y diferentes síntomas físicos.
¿Cómo dejar de preocuparme por cosas insignificantes?
Claves para dejar de preocuparme en exceso
- Practicar la atención plena o Mindfulness.
- Postergar la preocupación.
- Practicar el “gracias mente”
- Tomar distancia y cuestionar la preocupación.
- Ocuparte de aquello de lo que sí puedes ocuparte.
- Pedir ayuda.
¿Que decirle a alguien para tranquilizarlo?
Puedes decirle “Todo bien, dime cuál es el problema”. En algunos casos, no es necesario que digas nada, basta con sentarte en silencio con la otra persona para que se sienta segura.
¿Por qué estoy siempre preocupado?
La mente aprendió a imaginar y pensar en situaciones que podían acontecer y en cómo debería afrontarlas. Desde entonces hasta ahora, ese mecanismo no ha hecho más que adquirir mayor relevancia. Somos una sociedad cada vez más agotada mental y físicamente en la que sus individuos no dejan de preguntarse “¿por qué estoy siempre preocupado?”.
¿Qué puedo hacer si siempre me siento preocupado?
¿Qué puedo hacer si siempre me siento preocupado? Lo más aconsejable, en caso de que llevemos semanas o meses en este estado de preocupación constante, es consultar a un profesional especializado. La terapia psicológica y en concreto el enfoque cognitivo-conductual es el más adecuado en estas situaciones.
¿Qué pasa si te preocupas en exceso?
La persona es consciente de que se preocupa en exceso, pero no puede controlarlo. Problemas para concentrarse. Alteraciones del sueño. Cansancio físico continuado. Mareos, falta de aire.
¿Qué pasa si no puedo parar de pensar en mil cosas a la vez?
Uno no puede parar de pensar en mil cosas a la vez, en imaginar futuros y preocuparse por infinitas cosas. Lo más complejo de esta hiperactividad mental es que acaba pasándonos factura: insomnio, problemas de concentración, fallos de memoria…